Visitamos el taller de María Lavezzi

De la mano de María conocemos su luminoso estudio. En ese mágico espacio, nos dejamos llevar por sus pinceladas cargadas de color y vida.

Materiales preferidos

Sin duda son el acrílico y la témpera. Me gusta la fluidez, los pasajes de color y la saturación que se puede lograr con el acrílico y el acabado precioso que se logra con la témpera. También uso mucho los lápices de color especialmente para bocetar y para los retoques.

Rutina de trabajo:

Mi rutina de trabajo comienza muy temprano con un viaje en bicicleta hasta el estudio, que me ayuda a despabilarme. Mi estudio es super luminoso, cuando llego abro todas las ventanas, pongo música, enciendo un sahumerio, me hago un mate y me pongo a trabajar.
Dependiendo de la parte del proyecto en la que esté, hay días que toca bocetar, otros pintar y otros ambos; porque en general trabajo en varios proyectos a la vez, y voy de uno en otro. Así cuando me canso de uno me vuelvo a entusiasmar con el otro y esto me ayuda a no perder el interés, que suele pasar cuando son proyectos largos.

Infaltables en el estudio:

El mate, la paleta llena de colores y los materiales desparramados por la mesa. Me doy cuenta que me inspira verme rodeada de todo eso y necesito tenerlos alrededor para empezar a trabajar.

Lo que más disfrutás de tu trabajo:

Disfruto muchísimo los momentos de inspiración cuando todo fluye y el tiempo transcurre a una velocidad increíble. Disfruto ver mi mesa llena de colores, de cualquier material, pero llena de colores. Disfruto el desorden que se produce en el hacer, cuando uno está tan concentrado en la ilustración que pierde noción del espacio y del tiempo.

Paleta de colores:

Me encantan todos los colores, el contraste, la vibración que se produce entre ellos, la energía que transmiten. Si hoy tuviera que elegir una paleta elegiría los azules y los rosados. Mañana, no sé...

Maternidad y trabajo:

Ahora todo es más fácil porque mis tres hijos son más grandes e independientes. Cuando eran más chicos trabajaba mucho de noche —cuando todos dormían— y de a ratos entre el colegio, las actividades y las tareas de la casa. Fue difícil y cansador, pero somos capaces de adaptarnos a todo y con el tiempo fue parte de mi rutina diaria trabajar de ese modo. Lo lindo de este trabajo es que —más allá del cansancio— uno disfruta tanto de lo que hace, que el cómo pasa a segundo plano.

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