Identificar un concurso en el que vale la pena participar no siempre es fácil. Existen numerosas propuestas engañosas de las que debemos cuidarnos. La Comisión de Profesionales nos explica todo lo que hay que saber para evitarlas.
Por Viviana Brass Poly Bernatene Leo Frino Rodolfo Fusile
Por definición, un concurso es: “Prueba o competición en la que uno o varios candidatos rivalizan por obtener un premio.
Un concurso presupone la inversión de tiempo y trabajo por parte del participante, y también la entrega de un premio a cargo de sus organizadores. Quien concursa, además, lo hace frente a otros en iguales condiciones. Organizar un concurso es una forma de promocionarse, por lo tanto implica un compromiso e inversión, respeto por todos los participantes, pago correspondiente al jurado y cumplimento de las bases.
Aspectos fundamentales
Un concurso —de dibujo, ilustración, historieta, etc.— debe reunir ciertas características para no convertirse en una convocatoria abusiva o en un encargo de trabajo disfrazado donde se vulneren nuestros derechos de propiedad intelectual. Algunos aspectos fundamentales son:
• Bases claras.
En ellas debe figurar el objeto del concurso, los premios, los destinatarios, los plazos y las condiciones. También debe ser considerado un contrato o una declaración jurada al momento de aceptarlas, por lo que recomendamos leer atentamente las mismas.
• Premio.
Se debe otorgar un premio. El monto del mismo debería ser mayor al precio de venta o cesión de dicha obra en el mercado. La mera exposición o publicación de la obra no debe ser considerada un premio.
• Jurados.
Ser jurado de un concurso demanda de tiempo y trabajo, por lo que debe ser remunerado. Se entiende que son personas convocadas por sus cualidades y renombre, lo que le dará seriedad y prestigio al Concurso. Por todo esto aceptar ser parte de un jurado implica haber leído atentamente las bases y tiene todo el derecho de exigir modificaciones en el caso de detectar cláusulas que vayan en detrimento de los participantes.
• Cesión limitada.
La cesión de derechos de reproducción de la obra ganadora no debe ser total ni exclusiva. Sólo debe limitarse a la difusión del concurso sin contemplar otros usos comerciales o publicitarios, ni cederse a terceros. Cuando el premio consiste en la adquisición de la obra, en las bases debe quedar claro que el autor conserva los derechos patrimoniales y que si dicha obra quiere utilizarse para otra función (por fuera de la promoción) deberá solicitarse autorización y firmar un contrato de sesión. Por ejemplo: Si una ilustración gana un salón o bienal (sea adquisición o no) la imagen no podrá ser utilizada en productos, remeras o material promocional que no fuera el de dicho concurso (como catálogos o piezas de difusión). Por otro lado, en los concursos del mundo editorial es muy común que el premio consista en un adelanto de regalías por la publicación de la obra. En ese caso, el monto debe ser superior al valor de mercado y las bases del concurso no deben tomarse como condiciones contractuales. La editorial deberá negociar y firmar un contrato con quien resulte ganador para recibir correctamente la cesión de los derechos correspondiente a la utilización de la obra.
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Un concurso presupone la inversión de tiempo y trabajo por parte del participante, y también la entrega de un premio a cargo de sus organizadores
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• Falsos concursos
Se trata de convocatorias que no poseen premios ni cesión de derechos justas. También se incluye a las convocatorias de trabajo encubiertas, como aquellas en las que se debe crear el personaje de una marca, o diseñar el afiche de un evento. Esta práctica es muy frecuente y no responde a la de un concurso artístico sino a la de un trabajo comercial con pautas muy concretas. El organizador —generalmente una empresa o institución— debería seleccionar al ilustrador según su porfolio, o en todo caso encargarle una muestra rentada a quien desee. Pero a través de esta modalidad de falso concurso consigue trabajo gratuito de muchos ilustradores. Se trata de un “casting gráfico” que sólo le paga al “ganador”, mientras que quien lo lleva adelante se queda con todos los derechos sobre los trabajos presentados. Esto constituye una práctica abusiva e injusta, que degrada y precariza las condiciones de trabajo profesional. Por esto mismo hay que tener cuidado también cuando los trabajos “no ganadores” también son utilizados o retenidos para su explotación.
• Diferenciar a las convocatorias
Muchas veces los organizadores de convocatorias las disfrazan de concursos de manera consciente o inconsciente creando una selección o competencia entre participantes para lograr visibilizar una causa. En una convocatoria TODOS los participantes deben ser igualmente exhibidos o promocionados y no sometidos a una selección. Ya que el tiempo empleado en la elaboración de una obra debería ser SIEMPRE remunerado, los participantes de una convocatoria tienen el derecho a REGARLA si así lo desean por estar a favor de dicha causa. Pero nunca debe ser impuesta, como condición dentro de un concurso o convocatoria, la cesión de derechos para cualquier tipo de explotación.
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La participación en un concurso no puede implicar la cesión de derechos para su explotación.
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Premios válidos
Los premios de un concurso pueden consistir en:
• Pago económico
• Material relacionado al oficio
• Becas
• Viajes
En todos los casos —con placa y diploma— el premio debe tener el suficiente atractivo para que la inversión de tiempo, trabajo y competencia valga el esfuerzo y suponga una justa retribución. En caso de que los premios no sean monetarios, los mismos deberán tener valores equivalentes en dinero al pago de un trabajo profesional (aunque el participante ganador no lo fuera) y dicho valor deberá ser reflejado claramente en sus bases. La promoción y exposición del trabajo ganador será consecuencia del reconocimiento otorgado.
Cláusula justa de cesión de derechos
La participación en un concurso no puede implicar la cesión de derechos para su explotación.
El organizador no podrá poner cláusulas de cesión de derechos de imagen como condición para la participación del concurso y así quedarse con cientos o miles de imágenes de los participantes en su provecho).
Una cláusula justa debería ser similar a la siguiente: El autor/participante autoriza al organizador a reproducir la obra con el único objeto de promocionar el concurso por el plazo de un (1) año. Los derechos intelectuales de las obras pertenecen a sus autores y no serán cedidos al organizador en ningún aspecto.
La unión hace la fuerza
Cuando te encuentres frente a un concurso que consideres abusivo o tengas dudas sobre su validez, contactate con los organizadores para clarificar los términos. Si la devolución no es la esperada comunicate con ADA —ingreso.ada@gmail.com—.
Un equipo de profesionales se pondrá en contacto para hacer las negociaciones de manera institucional, de forma que el reclamo sea colectivo y tenga más peso.