De la mano de Isabel Macías, espiamos el proceso de trabajo de Una Puntada, una lágrima, el largometraje documental de animación en stop motion que dirige junto a Carlos Castro Macea. Se trata de una coproducción internacional entre Argentina y Colombia que cuenta una muy sentida historia de superación protagonizada por mujeres.
Por Gise Four
Pispear el proceso de trabajo de Isabel es un privilegio que tenemos los miembros de ADA. Privilegio que hoy, a través de esta nota compartimos con todos. Isabel Macías es animadora y directora de animación especializada en stop motion textil. Su trabajo es sumamente inspirador. Puntadas y trapitos que unen y sanan. Mujeres que se unen y bordan en sábanas viejas. Porque la magia de la animación da vida a historias que se tejen colectivamente y merecen compartirse.
Contanos un poco sobre tu historia y la ilustración...
Hace un tiempito nací en Buenos Aires. Me pasé la primera infancia de un lado para otro porque mi papá trabajaba haciendo caminos. Lindo, ¿verdad? En realidad, no tanto: nunca me gustó mudarme… Para divertirse mi papá dibujaba caricaturas pero sólo lo consideró un pasatiempo.
Mi abuela era modista y mi mamá tejía prendas para vender; después se hizo geógrafa y matemática, pero eso es otra historia que vino después. Al principio yo molestaba —como cualquier niño o niña que se precie de tal— y a mi mamá y a mi abuela no se les ocurrió mejor idea que enseñarme a tejer y a coser para entretenerme. Yo tenía 5 años y lo recuerdo claramente. Mi abuela me dio una aguja de crochet y me dijo: “no la aprietes fuerte”, la aguja tiene que bailar para poder tejer. Mi mamá me ayudaba a coser la ropa de mis muñecas y a veces se enojaba si yo me ponía impaciente y cortaba las telas antes de medir. Recordemos nuevamente que yo iba al prescolar en esa época.
Me gustaba leer y escribir, hasta pensé en ser escritora cuando terminé el secundario pero por razones que no entiendo del todo terminé en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Dibujé, pinté, modelé, estampé, me enojé, me divertí, me puse de novia, etc, etc, etc.
Cuando me recibí me agarró un ataque: Ninguna de mis pinturas podían moverse y jamás de los jamases iban a poder hacerlo.
¿Cómo te acercaste a la animación?
Cuando tenía 15 años había visto en la escuela una película de animación francesa. No sé de quién era pero recuerdo la emoción que sentí al verla, y eso puso en orden mis deseos. Me anoté en el Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda (IDAC) en la carrera de Animación. Estamos hablando del año 1995. ¿Internet? ¿Qué es eso? Las pelis se proyectaban en 16 mm y veíamos todo el material de la Goethe y de la Cinemateca Francesa. En esas clases sentí que había llegado a mi hogar. Ahí podía dibujar, pintar, modelar, escribir… y ¡coser y tejer!
Mi primera animación textil la hice en 1995, estaba embarazada de mi hija mayor y no quería sentarme derecha para dibujar un práctico que debíamos entregar en el Taller de Animación. Me tiré sobre un sillón a tejer todos los personajitos que iba a animar y usé unos hilos que andaban dando vuelta por mi casa. Tuve profes buenísimos como Marta Canesa y Pablo Delfini, que a todos mis intentos y experimentos contestaban “sí”. Un paraíso en la tierra.
Después —y mientras criaba a mis hijas, daba clases de Plástica y preparaba la comida del hogar— , me dediqué a jugar con pequeños proyectos: una hormiga, unos perros animados, algunos cuentos ilustrados, un poco de aquí y un poco de allá. Pero lo importante es que todo empezó a unirse: mis ganas de ser escritora, mi formación como pintora, mis hijas, mis clases, mi día a día.
Como a todos/as, la vida me dio unos buenos golpazos y me di cuenta que lo que mejor me hacía sentir era restaurar los daños, reunir los restos que quedaban dispersos, y dar vida a todo lo que estaba entre mis manos.
¿Qué podés decirnos sobre tu trabajo en el Idac?
La carrera de Animación del Idac cumple 40 años en estos días; tiene una marca de origen, la experimentación. Somos herederos del Instituto de Cine de Canadá, The National Film Board.
La tecnología cambia pero no nos dirige en un único sentido porque esa manera experimental de abordar la animación nos permite estar siempre en movimiento, nos da permiso para cambiar y para crecer en muchas direcciones.
De a poco fui cambiando mi rol en el Idac, primero fui estudiante, después tesista, al tiempo docente y mucho después, coordinadora de la carrera.
¿Les digo un secreto? Ahora la carrera es mucho más grande que cuando yo empecé a estudiar pero los profes, la secretaria, y yo, tratamos de que se siga pareciendo a ese pequeño paraíso creativo que disfrutamos los que empezamos hace mucho. A las personas nos hace bien encontrar espacios en donde la creación sea el centro y la mirada de los otros sea amorosa y acompañe los procesos.
¿Cómo surgió San Quirino Estudio?
En una escuela católica a la que fui en mis primeros años de adolescencia me encontré con una monja que me dio la mejor lección de ética posible. Dijo: “Nadie se salva solo”; y si bien en ese contexto se hablaba desde un punto de vista religioso para mí fue la clave que me organizó en otros ámbitos. Nadie se salva solo, ni trabaja bien solo, ni se siente pleno/a aislado/a de otras personas. Y para la animación también aplica.
¿Por qué toda esta introducción? Porque San Quirino Estudio es un pequeño lugar de trabajo con colegas amigos. Cuando elegimos el nombre dimos mil vueltas hasta que nos acordamos de una broma que hacemos si el laburo se complica: ¡nos encomendamos a este santo inventado! Le rogamos a Quirino Cristiani, el pionero de la animación argentina, que nos ayude a resolver lo que se nos resiste. ¡Hasta tenemos una estampita apócrifa que dibujó una estudiante para regalarnos!
Contanos quiénes son las tejedoras de Mampuján, y cómo llega a vos está historia y la idea de trabajar sobre ella.
Las tejedoras de Mampuján son unas mujeres increíbles que vivieron la violencia y el desplazamiento en una zona de Colombia llamada Montes de María. Estamos hablando de alrededor del año 2000. Ellas comenzaron a reunirse para realizar tapices contando los sucesos que padecieron —como terapia del trauma— y a partir de ese momento lograron acompañarse y organizarse para vivir mejor junto a sus familias.
La pandemia fue una catástrofe en muchos órdenes de la vida pero también nos permitió encontrar nuevas formas de comunicarnos a la distancia. En el año 2020 el director colombiano Carlos Castro Macea tuvo un encuentro virtual en el marco de un un festival internacional de cine con Silvina Cornillón (subgerenta de Animación y Nuevas Tecnologías del Incaa), y le contó su deseo de hacer un largometraje animado con los tapices de las mujeres de Mampuján. Y así fue como me recomendaron para trabajar en el proyecto porque como algunos ya saben, yo soy fan de los “trapitos”.
En relación a la materia prima principal de tus trabajos: tus amados “trapitos”, ¿cuándo surgen y cómo se entrelazan especialmente con esta historia?
Trapitos hubo siempre en mi casa y en mi obra. Para mí son una extensión de mi piel. Y la piel… es una antena que recibe y expresa todas las emociones humanas. Además se junta con otro aspecto que para mí es importante. En algún rinconcito de mí siento la necesidad de restaurar, zurcir, enmendar, completar todo lo que está roto o desgarrado o incompleto. Y los trapitos son bellísimos para esto, permiten que yo trabaje con ellos y me dan felicidad. Las tejedoras de Mampuján contaron sus historias haciendo tapices con telas aplicadas sobre sábanas viejas y nos pareció que animar esos relatos debía hacerse con textiles. Muchos kilómetros me separan de ellas: tenemos otro color de piel, cocinamos distinto, pero sentimos parecido y decididamente estamos profundamente conectadas.
Me gustaría que contaras sobre los storyboard bordados
La creación es un proceso sutil y poco proclive a dar explicaciones, ¿verdad? Por eso yo trato de que mi yo creativo no se asuste y me hago la distraída cuando tengo cosas que resolver que no me salen. Y en ese hacerme la tonta agarro un trapito, un hilo, algún lápiz y voy trabajando casi sin pensar. Así resuelvo planos, secuencias, problemas de montaje, cosas difíciles (risas). A muchos les parece que me complico la vida, pero para mí, coser y bordar son procesos muy cercanos al inconsciente y me permiten trabajar profundamente.
Qué podes comentar sobre la producción de documentales largos y animados. ¿Qué desafío implica encararlos desde una producción independiente? No existen muchos antecedentes, ¿verdad?
Largo es una palabra tremendamente apabullante si la aplicamos al cine animado. Enseguida sentimos que no vamos a poder salir adelante, pero el secreto es trabajar en equipo, con constancia, sin apuro y sabiendo que hasta el proceso más largo se empieza y se termina paso a paso.
El cine es un gran trabajo en equipo. Contanos cómo surge esta producción internacional y cómo se organizan en el trabajo grupal.
Trabajar con otras personas nos pone a prueba. Tenemos que dejar de suponer cosas, chequear la información, ordenarnos y confiar. También nos hacemos expertos en calcular los husos horarios de otros países (risas) —Punto para las clases de geografía que nunca me gustaron—. La información viaja fácilmente, la clave para mí es la organización meticulosa y la comunicación clara. Si las personas comparten valores comunes, el proceso fluye con bastante facilidad.
Hablando justamente de historias de mujeres y de trabajo grupal, contanos sobre el colectivo de mujeres Red Argentina Mujeres y Diversidades de la Animación (RAMA)
¡Claro! ¡Hay que andarse por las ramas para encontrarse con las compañeras! RAMA es la Red Argentina Mujeres de la Animación que nuclea a mujeres y diversidades de diferentes campos de la animación. Incluye profesionales y personas en formación, tanto en roles técnicos, como de producción. Funcionamos de manera horizontal y nos interesa sostenernos y apoyarnos como profesionales y como personas.
Volviendo a la peli, ¿cuáles son los próximos pasos?
En este momento, (abril 2022) estamos presentándonos en las rondas de negocios y laboratorios de desarrollo en América y Europa. Buscamos fondos, establecemos alianzas de coproducción y seguimos ajustando el proyecto. Ya tenemos el guión aprobado y desarrollado todo el arte de la película. Mientras atravesamos este proceso estamos desarrollando un cortometraje de 10 minutos sobre un aspecto de la historia de las Tejedoras de Mampuján y un libro ilustrado.
STAFF DEL LARGOMETRAJE
Codirectores:
Isabel Macias (Argentina) • Carlos Castro Macea Colombia)
Guionistas:
Valentina Cayetano Kelly • Luz Marquez
Productora argentina:
Romina Savary
Productor colombiano:
Carlos Castro Macea
SELECCIONES, FESTIVALES, PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS
SELECCIONES
• #OTHERSCREEN #LinkIndustria - #FIDBA - Festival Internacional de Documentales de Buenos Aires, Argentina. Pitch y Campus FIDBA para proyectos en desarrollo. Argentina, 2020.
• Meet your partner - ANIMARKT Stop Motion Forum. Poland, 2020.
• Ronda de Negocios con San Quirino Estudio - Ventana Sur - Marché du film. 2020.
• CONECTADOS en V Encuentro Internacional de la Industria del Documental. Organizado por CCDocumental en Chile. 2021.
• Premios Quirino - Foro Iberoamericano de Coproducción y Negocios. Tenerife. 2021.
• ANIDOC SUR- V Laboratorio de proyectos documentales animados coordinado por Michelle Kranot de The Animation Workshop (Dinamarca). Festival y Mercado Miradas Doc de Guía Isidora, Tenerife.
PREMIOS Y DISTINCIONES
• CIIF Market. Canary Islands FilmIs Market. Premio MUSIC LIBRARY & SFX. 2021
• Ganadores del Concurso Federal de Desarrollo de Proyectos Documentales Inéditos. INCAA. Argentina. 2021.
• FILMA AFRO 2021. Ganadores de beca matrícula EGEDA COLOMBIA (Entidad de Gestión Colectiva de Derechos de los Productores Audiovisuales).
• SAPCINE - VI Salón de Productores y Proyectos Cinematográficos - FICCALI - Festival Internacional de Cine de Cali. 2021. Premios: 1) Coproducción para post producción con Guataque Cine, 2) Beca formación cine mujer de Insitu Fundación, 3) Deliveries de Futuro Digital y 4) Acompañamiento de Fireligth Media para fondo de cine William Greaves.