LATE, LATE, ¡NOLA!

Álbumes y figuritas han marcado la infancia de numerosas generaciones argentinas. Aquí compartimos un recorrido desde sus primeros tiempos hasta la actualidad.

Por Judith Gociol  

Chicos y chicas de distintas generaciones pasamos la infancia pegando, intercambiando y jugando con figuritas, sin prestar atención – y ni siquiera importarnos– quiénes las dibujaban, las producían y las editaban. Contrarrestar ese anonimato es uno de los sentidos de que esos materiales estén entre los documentos de archivo del Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional Álbumes y figuritas son parte de los intereses de un espacio destinado a la preservación, porque comparten con tiras y viñetas el imaginario amplio y querible de la cultura popular y de las narrativas gráficas. Y porque varios historietistas y humoristas gráficos argentinos trabajaron en esos tesoros que debemos agradecer a artistas como Félix Saborido, Osvaldo Pérez D’Elias, Jorge De los Ríos, Manuel García Ferré, Horacio Galdames y otros tantos de cuyos nombres aún no tenemos registro. 

Desconocíamos a los autores pero no las reglas tácitas de ese universo de cartón: que estaban las difíciles y las repetidas·; que cuántas más tuviéramos mejor; que las de fútbol eran de varones y las otras de mujeres; que había que llenar el álbum y entonces los premios eran una pelota o una muñeca... Ensayábamos estrategias ante la lógica capitalista y sexista, en la que priman la oferta y la demanda, la acumulación, la compulsión al consumo, la competencia y la desigualdad económica y social.

“Por las figuritas conocí la ocasional felicidad, pero también el descontrol, la ansiedad y el vértigo, Inauguré sentimientos inusitados: la impotencia, la envidia y el deseo irrefrenable de posesión que me llevaron al delito –pecado, se llamaba entonces– por primera y no promisoria vez. Las figuritas eran la pasión en estado puro”, escribió Juan Sasturain, actual director de la Biblioteca Nacional, en el prólogo de Difíciles eran las de antes, de Rafael Bitrán y Francisco Chiappini.

Reproducían imágenes fotográficas o dibujos sin firma y se publicaron hasta mediados de los 40.

Estrategia publicitaria

Las primeras figuritas se distribuyeron en la Argentina a partir de la década del 20 y venían, principalmente, en los paquetes de cigarrillos (como los de la firma Dólar, que por entonces también publicitaba en formato de historieta, a cargo de Arístides Rechain) y, unos años más adelante, con los chocolates (Águila, por ejemplo). Reproducían imágenes fotográficas o dibujos importados o sin firma y se publicaron por los menos hasta mediados de los 40, cuando las figuritas se independizaron de marquillas y golosinas y se volvieron un producto de consumo en sí mismas

Cuatro álbumes de este tipo llegaron al archivo de la Biblioteca con la donación de los hijos del dibujante Sergio Izquierdo Brown que era un coleccionista de cuanta antigüedad hubiera dando vueltas. Uno corresponde a chocolatines Piraña, editado en 1942 por Arroupe y Alarcón y es una especie de miscelánea con una página por tema: el fútbol, las artistas nacionales y extranjeras; caballos de carrera; los próceres argentinos; los “santos y vírgenes”... Un buen muestro implícito de las creencias, costumbres y expresiones populares

 

En los productos venían, o bien las figuritas, o bien cupones con puntos para canjear. Una vez completos, los álbumes se cambiaban por “valiosos objetos”

 

Los otros tres fueron publicados por la filial argentina de la empresa suiza Nestlé, fusionada por entonces con Peter Cailler-Kohler. El primer álbum es de 1932; el segundo del 34 y el tercero, una versión de lujo y tapas duras de 1941; todos corresponden a “Las maravillas del Mundo” (1 y 2) y reúnen hechos entendidos como admirables tanto de la naturaleza (los pájaros antófilos; los pelos como medio de defensa) como de la ciencia y el progreso técnico (las máquinas para elevar cargas, la construcción de puentes...) Cada serie temática trae un texto introductorio escrito por un investigador extranjero en categorías que hoy resultan aleatorias y cuestionables pero que respondían a los criterios de saber de la época

Fuera de los contenidos, estos álbumes no disimulaban su condición publicitaria, con un aviso de los productos (leche condensada, harina lacteada, bombones) a página entera cada tres o cuatro series, e incluso en los rectángulos demarcados para pegar las figuritas. ”Las fábricas Nestlé –decían por ejemplo– en todo el mundo producen: por segundo 165, por minuto 9930; por hora 595.883, por día 4766664 y por año1.430.000.000... pastillas de chocolate”

En los productos venían, o bien las figuritas, o bien cupones con puntos para canjear por las imágenes o por objetos, por correo o en alguna de las oficinas de la firma. Una vez completos, los álbumes se cambiaban –tal como fue tradición– por “valiosos objetos”

Jugadores en caricaturas

Cuando, hace algunos años, desde la Biblioteca nos acercamos a la casa de Villa del Parque de Jorge de los Ríos, el dibujante y su esposa Delma nos recibieron con una cantidad de material expandido sobre la mesa del comedor y otros que iban sacando de diferentes ambientes, para que miráramos y eligiéramos: originales, bocetos, escenas de de animaciones, tarjetas y ... ¡Figuritas! El dibujante dedicó una parte importante de su carrera a la elaboración de estas produccionesen las que ponía el alma pero no su nombre.

Entre todo lo que desplegó esa tarde estaban sus preferidas: algunas de las 162 caricaturas de deportistas y artistas con formato de tarjetones en los que trabajó para el álbum Sport, editado en 1967.

Esos jugadores –graciosamente despatarrados en saltos, movimientos y posiciones de una flexibilidad increíble– fueron el debut de De los Ríos en Crack, la empresa fundada más de diez años antes por Ernesto Gutiérrez, ex jugador de Racing y de la Selección Argentina, junto a otros socios. Según los investigadores Rafael Bitrán y Francisco Chiappini la firma revolucionó, como ninguna otra en el país, este hobby heredado por generaciones. Sus colecciones –sostienen en Difíciles eran las de antes– se caracterizaron por la calidad, cantidad y originalidad del material presentado. Las de futbol aparecieron ininterrumpidamente desde la década del 50 hasta la del 80, en ediciones que tuvieron un carácter sistemático y continuado que hasta el momento nadie había alcanzado.

El otro proyecto preferido de De los Ríos es el álbum Crack, de 1968, que incluía figuritas de futbolistas, relatores deportivos, árbitros y directores técnicos; tarjetones autografiados de jugadores y automovilistas y 140 siluetas de futbolistas, frente y espalda. Pero, además, presentaba una canchita, dos arcos para armar, dos palilos y dos pelotitas plásticas. Era la versión mejorada del Pin-Pin el juego que el dibujante había inventado de chicos con su hermano: las siluetas de los jugadores recortadas que se colocaban sobre una base y así emulaban un partido

“¿Por qué no estudian en lugar de jugar? Esto no les va a dar de comer”, los retaba el padre, según cuenta Diego Arandojo en Jorge De los Ríos: Dibujando con el corazón. Hasta que vio el cheque que Crack le entregó a su hijo: “Cómo te la cobraste esta... Muy bien”, reconoció riéndose.

Formato Disney

La canchita venía “de yapa”, tal como anunciaba la publicidad del álbum, encargada a la agencia Blotta y asociados, perteneciente a Carlos y Oskar Blotta, los hijos de Oscar –el l creador de El gnomo Pimentón– quien tenía a su cargo todas las animaciones de la empresa familiar. Fue en 1968, cinco años antes de que Oskar (h) fundara, en otra de las sedes de la misma agencia, la revista Satiricón.

“¿Armado o foto?”, tiene anotado el sobre de papel madera que corresponde a la escena N 7, que refiere –justamente– a la presentación de la canchita e incluye una copia en papel de la escena armada con las siluetas de los jugadores de De los Ríos, de pie. Es parte del guión gráfico (story board) de la animación: diez escenas con las imágenes bocetadas a mano, a lápiz, con los textos correspondientes al sonido tipiados en máquina de escribir.

Gracias a los materiales de su padre donados por Carlos, Oscar y Lucía Blotta puede reconstruirse el proceso de producción de la animación del álbum Crack 68.

  • Las ilustraciones y los textos que aparecen en secuencia y que se utilizan para previsualizar la animación
  • Las planillas para indicación de las escenas, la duración, la posición de la cámara para el revelado del material fílmico
  • Los plantados de las escenas y los dibujos previos - Los acetatos originales de los personajes creados especialmente para el comercial
  • Las figuritas redondas, las siluetas, los tarjetones autografiados, la tapa y contratapa del álbum, utilizadas para la filmación.

 

Los lanzamientos de Crack fueron un éxito descomunal, se imprimieron más de 10 millones de unidades por colección que llegaron a todo el país y que no eran sólo de fútbol. Hubo álbumes dedicados a Blancanieves, a King Kong, a Caperucita Roja y el muy difundido álbum de figuritas Brillantes de Walt Disney, para cuyo comercial animado también fueron contratados los Blotta, al año siguiente. El público al que iba dirigido esta vez era el femenino.

“Hola Amiguitas. Ya salieron las figuritas brillantes” –decía una niñita simpática y con moño en la primera de las doce escenas del guión– “de las inolvidables películas de Walt Disney”

Cada página del álbum estaba destinada a un personaje: los amigos de Mickey; La Bella durmiente; Bambi; Mary Poppins; Dumbo. Según se desprende del story board (cuyas piezas alguna vez estuvieron pegadas en una cartulina pero luego se desprendieron) hubo una modificación sobre la marcha: Blanca Nieves está tachada y en cambio dice “Pluto y Donald”.

En este caso, no sobrevivieron las planillas de producción pero sí bocetos de tapa y contratapa en lápiz; los acetatos; e incluso algunos dibujos originales de las escenas de animación pintados a mano, con témperas.

Hubo álbumes dedicados a Blancanieves, a King Kong, a Caperucita Roja y el muy difundido álbum de figuritas Brillantes de Walt Disney

Revistas infantiles

Fue Manuel García Ferré quien le recomendó a De los Ríos que se acercara a Crack y fue también el que, en 1971, le pidió exclusividad porque tenía en planes empezar a publicar figuritas con más regularidad junto a las ediciones de la revista infantil Anteojito, García Ferré Producciones lanzó, por lo menos a razón de un álbum por año. Los primeros habían salido en 1965, con gran aceptación de los lectores. Uno de los muchos en los que participó fue El libro Anteojito de la globalización, un álbum de tapa dura, que fue donado por las hijas de Manuel. “Con el enorme avance la tecnología, de los medios de comunicación y los transportes, el mundo se ha convertido en un inmenso mercado, donde la complementación de los diferentes países ha llevado a nuestro planeta a un nuevo sistema socioeconómica y cultural” se explica en la primera página de este material organizado por países, a cargo de Diana García Ferré, con dibujos de Roberto Barrios, Fabián De los Ríos, uno de los hijos de Jorge y por supuesto por De los Ríos padre, quien –entre muchas otras imágenes– caracterizó a los Beatles, para las páginas referidas al Reino Unido.

Aunque en los inicios del coleccionismo en la Argentina las figuritas eran reunidas por adultos, a poco de andar el hábito se instaló como parte de los ritos de la niñez. Así, desde Anteojito hasta las clásicas figuritas escolares que Billiken publicó por décadas, las revistas infantiles siempre aprovecharon este recurso, adaptable a contenidos didácticos y pedagógicos, con álbumes de todo tipo. Tradición que –a su modo– también continuó Humi, la publicación que Ediciones de la Urraca lanzó en 1982 pensada para un lector activo, crítico y pícaro, que cortara, pegara, opinara y preguntara; hijos de las familias progresistas que compraban Humor y a las que se les hacía más de un guiño desde las páginas.

Humi tenía un formato grande, que era el cuerpo (descontracturado) y el corazón (lúdico) de la revista y un suplemento más pequeño con los contenidos más directamente vinculados con la escuela (que con el tiempo tuvieron una presencia creciente) Las figuritas fueron uno de los espacios donde esta doble identidad quedó plasmada.

En la contratapa del primer número de la publicación infantil fueron presentados los figurones, caricaturas a personalidades reconocidas (los deportistas Carlos Reutemann y Ubaldo Fillol fueron los de la entrega inicial) en las que ni Andrés Cascioli ni Sergio Izquierdo Brown escatimaban calidad, irreverencia, gracia e, incluso, algo de impiedad; muy a tono con el desparpajo, la falta de convencionalismos y la libertad del cuerpo central de la revista. Dado que no se trataba de retratar “figuras” sino “figurones” los trabajos eran 20 x 10 cm y se recortaban, pegaban y coleccionaban en un enorme pliego de papel que, a modo de álbum, se incluyó en el cuarto número de Humi.

Juan y Manuel, los hijos de Izquierdo Brown donaron diez de los doce originales que componían la serie “Los figurones de la Historia”, dibujada y pintada solo por su padre.

En el número 18 de la publicación se anunció El álbum de figuritas escolares Humi: catorce temas con siete figuritas cada uno para pegar en el álbum que apareció en el suplemento pequeño de la edición siguiente. Las temáticas y las ilustraciones eran mucho más convencionales y relacionadas con los planes de estudio. Figuritas sobre los planetas, el cuerpo humano, la geografía, los vertebrados e invertebrados y el folclore americano iban apareciendo en las distintas entregas, anunciadas en tapa, hasta el número 30. Tres ediciones después salió un nuevo álbum volcado por entero a la escuela.

 

Album de figuritas escolares Humi: las temáticas y las ilustraciones eran más convencionales y relacionadas con los planes de estudio. Figuritas sobre los planetas, el cuerpo humano, la geografía, entre otros.

 

Figuritas perfumadas

Aunque nunca lo hayamos pensado a conciencia en la infancia, seguramente se nos hacía obvio que la figurita de un jugador de River, de Boca o de Racing la debía realizar un argentino que los conociera, o incluso más, que fuera fanático de alguno de los equipos. Más difícil de imaginar es que un producto de origen estadounidense, con licencia para ser vendido y distribuido en nuestro país, pudiera ser dibujado por un argentino, tal como ocurrió con los álbumes Frutillitas, Los ositos cariñosos, Rainbow Brite y Madballs, entre otras producciones de la empresa Cromy. Salieron al mercado nacional a partir de mediados de los 80, con el trazo de Horacio Galdames un dibujante publicitario que nació en Béccar, en la Provincia de Buenos Aires en febrero de 1933; se recibió en las escuelas Raggio y se desempeñó como director de arte de varias agencias, tanto en la Argentina como en Brasil.

En 1982 armó un estudio de diseño con su hijo Hernán y poco después fueron convocados por Eduardo Stanislavsky, ex responsable de la empresa Stani, para un nuevo proyecto de figuritas y cartas infantiles.

Si bien la firma Cromy ya existía, fue Galdames el que le dio vida a la letra C del nombre convirtiéndola en un personaje de historieta (junto al cartero, los nenes, Don Franqueo) que se incluía en muchas de las producciones y que funcionó como el nexo entre el público y la empresa.

Lo primero que lograron fueron las licencias de Strawberry shortcake, que, en castellano, denominaron Frutillitas y, luego, de los Care bears, traducidos como Ositos Cariños Pertenecían a American Greetings Corporation, una empresa estadounidense dedicada a las tarjetas de salutación y productos de librería. El material era escaso y no alcanzaba para los álbumes y las figuritas que fueron una invención local.

¿Te animas a dibujarlas?, le preguntó Stanislavsky.

Horacio Galdames, que había dibujado, entre otras cosas, las tiras cómicas del Pibe Bazooka para Stani, aceptó sin dudarlo. Mientras, su hijo Hernán escribía los textos y creaba un relato y su hijo Xavier diseñaba los álbumes. Ambos hacían un poco de todo. Son ellos los que donaron los materiales de Cromy que ahora tiene el archivo. 

Trabajaban a partir de originales dibujados a mano, pintados con témperas, con los textos pegados, y hasta llegar al fotocromista y la imprenta, todo el proceso era artesanal.

Esos álbumes fueron un éxito inmediato. Apoyado en la aceptación del público; en las innovaciones técnicas (figuritas perfumadas o 3D; álbumes con visores de animación); y en una inteligente estrategia de marketing, el proyecto creció hasta incluir rompecabezas, muñecos, espectáculos teatrales y tener un club de 120 mil socios, boletines con novedades, el Sticker Club (para fanáticos de los autoadhesivos, que se raspaban y daban aroma), productos de librería y una enorme colección de juegos de naipes...

Por la década de 1980, además, la posta de Disney la tomó Cromy y llegó a ser su licenciataria más importante de América Latina, con especial llegada a Uruguay y Brasil... Todo desarrollado en torno al fenómeno de las figuritas.

“Cromy forma parte del imaginario colectivo argentino de los años 80”, sintetiza Arandojo en la investigación que publicó sobre esta empresa a la que nombró como “la fantasía hecha papel”.

Súper amigos; Batman, Betty Boop, Jurassic Park, Los Simpson...En algún momento los álbumes para publicar eran tantos que Horacio Galdames dejó de realizarlos personalmente y los trabajos se tercerizaron mientras las licenciatarias, más organizadas, les proveían de mayor cantidad de material ya realizado. Llegaron a ser más de doce contratados externos para el departamento de Arte dirigido por los Galmanes.

Hacedores de productos populares y masivos, pensaban la actividad como la venta de un servicio y un ganapán sin que fuera una preocupación el reconocimiento de su autoría.

Imagen ilustrada

“Así como para muchas personas un álbum de figuritas fue el primer paso para entender al mundo y su geografía, el puente para relacionarse con sus pares e –incluso– la primera lección de negociación, en este caso nos propusimos utilizarlo como plataforma de descubrimiento del terreno de la imagen ilustrada”, explica la diseñadora gráfica Laura Varsky. Es la responsable –junto a Alejandro Varsky– de la curaduría, contenidos y edición de El álbum ilustrado, Edición Fútbol 2019 publicado por Abre Cultura: 12 equipos, 12 culturas y 12 maneras de visualizar el fútbol en la ilustración de 12 artistas diferentes. En total, 190 figuritas autoadhesivas, que incluye los retratos de los jugadores de cada selección integrante de la Copa América 2019, una galería de las figuras femeninas de cada uno de los países intervinientes; algunas estrellas de todos los tiempos; los autorretratos de los dibujantes y algunas yapas.

“Nuestra intención era cruzar dos mundos, valernos de la popularidad de fútbol como espectáculo deportivo y de la ilustración y el diseño como gestos de comunicación gráfica”. Así, este proyecto lleva implícito la historia de las figuritas como telón de fondo y la nostalgia por la experiencia coleccionista y lúdica de infancia, así como su otrora masividad. Pero, a décadas de distancia, el contexto de producción y de posicionamiento cultural y artístico es diferente al de los casos hasta acá descriptos. Esta edición 2019 revaloriza –entre otras cuestiones– la autoría de cada dibujante “no solo como difusor del trabajo de diversos ilustradores e ilustradoras sino como una puerta al universo personal de cada uno de ellos; al modo en que cada una de estas voces interpreta y narra la identidad e idiosincrasia de cada uno de los países participantes”, según sintetiza Varsky

En el seleccionado artístico participan: Alejandra Lunik, Christian Montenegro, Dr Alderete, Fernanda Cohen, Florencia Capella, Frank Vega, La Delmas, María Luque, Martín Laksman, Pablo Lobato, Sebastián Dufour y Sofia Bonati.

Nuestra intención era cruzar dos mundos, valernos de la popularidad de fútbol como espectáculo deportivo y de la ilustración y el diseño como gestos de comunicación gráfica

Hay trabajos de línea gruesa y contundente, o de línea blanda y blanca, con o sin bocetos u originales; a mano o en la computadora. Hay interpretaciones realistas, casi fotográficas; otras más caricaturizadas; o de rasgos cubistas; unas más naif; o con referencias icónicas a la cultura a la que pertenecen, más centrados en los rasgos o en el desempeño futbolístico... Todo bajo el tamiz del estilo, la técnica, la procedencia artística, el conocimiento futbolístico y el fanatismo de cada autor.


- ¿Qué recurso visual crees que mejor representa a la Selección que te tocó?, le preguntaron los organizadores a algunos de los dibujantes

Christian Montenegro: La cultura barroca colonial que tiene Perú. Los cuadros religiosos con motivos europeos pintados por indios. Ese mestizaje- sincretismo no buscado lo encuentro fascinante.

Frank Vega: Para mí el fútbol se trata de arquetipos, los jugadores representan mitos de alguna manera. Hay una lucha entre dos fuerzas, un capitán, un estandarte, una patria. Para llevarlos a un lenguaje que más o menos conozco los estoy imaginando como personajes de una historieta de aventura o deportes a la supercampeones. Una especie de versión de los supercampeones para la extinta editorial Columba, que se caracterizaba gráficamente por distintos tipos entintados a pincel, pluma o rotring y pocos colores plenos. Me fijo en las características particulares y con el dibujo voy buscando el parecido pero siempre con la premisa de generar personajes ideales. Si tuviera que hacerlos de cuerpo entero usaría la fórmula helénica de ocho cabezas y un tercio para acentuar el heroísmo.

 

Late

“Late”, “no late...La tengo, no la tengo...En torno a esa letanía infantil, en 2018, fue articulada la muestra llamada justamente Late. Organizada por el Ministerio de Cultura de la Nación, era una historia de la selección argentina contada a través de más de 600 figuritas. Desde las imágenes de Ídolos del deporte, de 1962, el primer álbum que incluyó un plantel mundialista argentino (realizado, como no podía ser de otro modo, por Jorge de los Ríos) hasta las once figuritas que fueron encargadas para esta ocasión a Sergio Langer, Santi Pozzi, Dai Ruiz, Alexis Moyano, El Niño Rodríguez, Gustavo Sala, Tute, Pepita Sandwich, Sole Otero, Martín Laksman y Laura Varsky, cuyo proyecto El álbum ilustrado, Edición Fútbol 2019, tiene afinidades con el de Late.

Los organizadores eligieron un jugador de cada época y en cada posición, de modo de representar así la historia de la Selección. No siempre fueron los más reconocidos, de algunos incluso había pocas imágenes sobre las que trabajar.

Primero les encargaron figuritas redondas pero finalmente quedaron rectangulares de un cartón más duro, un poco como eran antes de que fueran autoadhesivas y debían sobrevivir al manoseo infantil.

Los dibujantes hicieron dos versiones de los jugadores y eso permitió animarlas y enfatizar el aspecto lúdico ya que, reproducidas en grandes paneles en el Museo de la Casa Rosada, cada tanto alguno guiñaba un ojo, se movía la pelota o caían papelitos desde la tribuna.

“Quisimos que tuvieran una impronta artística diferente, abrir el repertorio gráfico de las figuritas clásicas hacia enfoques, incluso, no especialmente futboleros”, explica Max Rompo, el diseñador gráfico que le dio identidad a la muestra curada por Matías Bauso.

Históricamente, la realización de figuritas siempre osciló entre el recurso de una fotografía más bien impersonal y el del dibujo, en muchos casos con una impronta autoral y en otros tomando siluetas genéricas que alguien hizo en algún lugar del mundo y que se utilizaban para todos los equipos cambiándole la camisa.

“Entre las décadas del 30 y la del 70, la presencia de la ilustración de artistas contemporáneos fue muy potente no sólo en relación a las figuritas sino en la prensa gráfica y, en general –concluye Rompo– hasta que fue desplazada por la fotografía. Ahora me parece que hay una vuelta a la revalorización del dibujo e incluso aquellos viejos álbumes se ven como piezas de arte. Con la muestra dee algún modo reivindicamos esa primera época del dibujo de las figuritas”

Discursos olvidados

En los últimos años surgieron varios proyectos independientes que revalorizan al álbum de figuritas. Propuestas de envergadura más acotada, en un contexto general donde las colecciones de figuritas no tienen la masividad y primacía entre los entrete

nimientos infantiles que tuvieron en épocas como las de Crack. Pero que, a la vez, añaden otros sentidos a los tradicionales. La noción lúdica se combina en estos nuevos materiales –donados al Centro por sus realizadores– con una proyección política e ideológica: la reivindicación de un discurso socialmente olvidado. En 2007, Chirimbote y Las Juanas Editoras publicaron el álbum Libertarias. Mujeres que dejan huellas, que lleva dos ediciones.

Son 50 figuritas de varias de las protagonistas no reconocidas de la lucha por la independencia latinoamericana: desde las salteñas que actuaron de espías patriotas hasta Margarita Foyel, una mapuche que estuvo expuesta en el Museo de Ciencias Naturales de la Plata desnutrida, hacinada y exhibida como pieza de estudio viviente. (Murió prisionera de la institución en 1887 y su cuerpo siguió exhibido hasta 2006)

“Con las editoras hemos resignificado el formato, pues tomamos la acción de pegar la figurita como estar rellenando ese espacio vacío que sus vidas e historias tuvieron por años”, explica Mariana Baizán, la dibujante mendocina que tuvo a su cargo la realización del álbum, para el que no contaba con imágenes ni material fotográfico, ni mucha documentación.

No abandonó el estilo realista pero compensó la carencia de rigurosidad de los rasgos con un plus gráfico poético insinuado en estas figuras dibujadas a mano, coloreadas con acrílicos, lápices y fibras, retocados en Photoshop y contexturas incorporadas a través del collage digital.

“Lo que hice –cuenta– fue imaginarlas. Si bien trataba de investigar sobre la existencia de alguna descripción física, me pareció bello imaginarlas, darles rostro, volverlas a la memoria por medio de trazos creados exclusivamente para ellas. Cada vez que terminaba un dibujo y veía ese rostro finalizado, era una satisfacción infinita de haber recuperado una libertaria más que había sido olvidada”.

Con un trasfondo reivindicativo similar, el álbum de figuritas Heroínas de la historia fue ideado por la productora independiente Sintonía Demos para visibilizar el legado de las mujeres

El álbum, aparecido en 2019, se inicia con la faraona Cleopatra y termina con las Madres y Abuelas de Plaza de mayo. Entre el antiguo Egipto y la Argentina están –entre muchas otras– la astronauta Sally Ride; la escritora zimbabuense Yvone Vera, la bailarina Isadora Duncan, la diva Marilyn Monroe, la diseñadora Coco Chanel, la activista trans Diana Sacayán y colectivos como las Scorristas, el círculo literario de japonesas Keishu Bungakukai y la organización indígena de Perú, ONAMIAP... Y siguen las firmas. Hasta la figurita 225. Resultaron protagonistas de orígenes, nacionalidades, profesiones, posicionamientos ideológicos, reconocimientos y recorridos muy distintos. El criterio es laxo y amplio pero con un sentido común: naturalizar la presencia femenina en un relato histórico dominado por los héroes masculinos.

–¿Por qué el fomato de álbum de figuritas?

–Porque tiene que ver con lo lúdico, con la idea de aprender jugando, divirtiéndose y también con la idea de comunidad, de generación de vínculos, de intercambio, de ida y vuelta, explica Javier Katz, a cargo del proyecto

Tiene un criterio común: naturalizar la presencia femenina en un relato histórico dominado por los héroes masculinos

Si en el caso del proyecto de Abrecultura o de Libertarias las figuritas venían ya junto con el álbum, en Heroínas hay que buscarlas, conseguirlas e intercambiarlas. No se venden en los kioscos sino a través de las redes o en encuentros y actividades organizadas ad hoc que generaron un modo de coleccionar con reglas diferentes a las tradicionales: impresas en igual cantidad, no hay figuritas difíciles; ni competencia exacerbada; ni acopio; ni intercambios abusivos. En la comunidad de familias que se formó, el que tiene una figurita que a otro le falta simplemente se la da y las que sobran una vez completado el álbum, pasan a otras manos.

Los rostros de las mujeres (en general primeros planos o planos medios) fueron dibujadas por Julieta Rojo y por Luciana Ruiz, con dos estilos diferentes, aunque con un tono común (el estilo caricaturesco, la línea finita, el tono naif) que compatibilizan tan bien que las páginas se pasan sin que molesten los cambios de rasgos.

“Para ilustrarlas leí sobre ellas, su biografía, y así forme la imagen tratando de ilustrar el carácter, su forma de ser y esa fuerza interna que las caracterizaba”, cuenta Ruiz.

Ella –que se presenta como lulydibuja, ilustradora autodidacta y militante feminista– lanzó, en medio de la cuarentena y como una iniciativa autogestiva, el mini álbum (así lo definió) Audaces. En este caso las figuritas ya vienen todas juntas, acompañadas de un mazo de cartas para jugar a las barajas españolas, al juego de la memoria o a adivinar el personaje, dando pistas de su vida.

Una de las premisas era incluir personas “inspiradoras” con diferentes perfiles porque “un mundo justo es aquel que se nutre de la diversidad y la celebra”. Es que, desde aquellos primeros álbumes publicitarios hasta acá, muchas figuritas han corrido bajo el puente.

Lino Palacio en figuritas

Lino Palacio hacía colaboraciones para diferentes revistas, hacía un año que había aparecido Ramona, el primero de sus personajes de historieta más reconocidos, en el diario La Opinión y trabajaba en publicidad. En ese marco realizó las 20 láminas referidas a Martín Fierro que componen el álbum Refranero criollo que publicó la empresa de cigarrillos Fontanares. Proyectado por la agencia Aymará –donde el dibujante trabajaba– sus ilustraciones aparecen, en cada página, rodeadas de algunas de las 500 figuritas con frases que se necesitaban para completar la serie.

De marcado tono pictórico, las escenas de Fierro son piezas de un estilo inusual en el trazo ampliamente reconocido y emblemático de un artista que –aunque en este aspecto se lo conozca menos– sabía moverse con calidad entre diferentes formatos, técnicas y registros. En un gesto de bello desprendimiento, las láminas fueron entregadas al archivo por el investigador Carlos Martínez y habían sido coleccionadas por su padre.

BIBLIOGRAFÍA

Aquí la bibliografía sobre álbumes y figuritas perteneciente al archivo del Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional, donada por sus autores y sus editores

Arandojo, Diego, Cromy.
La fantasía hecha papel, Buenos Aires, Universo Retro, 2019.
Arandojo Diego, Jorge de los Ríos. Dibujando con el corazón, Buenos Aires, Universo Retro, 2017
De los Rios, Jorge y Gustavo Cardone, Millonarias inéditas. Figuritas y láminas de River que nunca salieron,
      Buenos Aires, abarcar ediciones, 2017
Heuck, Jorge, River en los tiempos de las figuritas, Buenos Aires, abarcar ediciones, 2015

Judith Gociol
es Coordinadora del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional (https://www.bn.gov.ar/biblioteca/centros/historieta)