Hacer memoria

El material del Archivo de Historia y Humor Gráfico Argentino de la Biblioteca Nacional nos permite recordar la historia de ADA entre 1980 y 1983

Por Judith Gociol  

Uno de los primeros aportes con los que se constituyó el Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentino de la Biblioteca Nacional fue la desinteresada donación realizada por Claudia Zoppi en 2012. Allí se encuentran los materiales que atesoró su padre Eugenio Zoppi quien fuera el dibujante argentino de Misterix y director editorial del suplemento “Mac Perro” de Billiken. Por la meticulosidad con la que Zoppi anotó a mano correcciones, datos, acotaciones y referencias en esos papeles, da la impresión de que soñaba con que alguna vez éstos sirvieran para hacer historia y memoria. Y así fue.

En la Biblioteca Nacional está ordenada, clasificada y preservada buena parte de lo que él guardó a lo largo de medio siglo de vida laboral. Conservó originales, bocetos, guiones, fotos, cartas, revistas, fanzines libros y una cantidad de circulares, boletines, notas e informes correspondientes a su gestión al frente de la Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA). Estos últimos documentos sirvieron de base para un proyecto institucional conjunto entre el Archivo y la Asociación: la búsqueda de materiales y la toma de testimonios. Iniciado e interrumpido hace algunos años será retomado a partir de este 10 de noviembre, el día del dibujante. La fecha es simbólicamente pertinente para recordar el paso de Zoppi por la Asociación a través de la documentación que él mismo reunió y, en muchos casos, comentó de puño y letra, en lápiz o birome. La Asociación de Dibujantes de Argentina (ADA) fue fundada en 1938 y desde entonces pasó por momentos de presencia y actividad intensas; y otros en los que quedó al borde de la desaparición. En 1980, en medio de la dictadura militar, se puso de nuevo en marcha. “No es la primera vez que un grupo de bien intencionados lo intentan. En los últimos tiempos algunos de ellos, desanimados, se dieron por vencidos. Otros equivocaron las metas y alguno más quiso conducir unipersonalmente”, escribió Eugenio Zoppi en la primera editorial de El Tablero, el órgano de difusión institucional (“Nuestra marcha”,  El Tablero N 1(nueva época), Buenos Aires, ADA, 1980). 

Eugenio Zoppi y su hija Claudia trabajando (1982)

Como era cuestión de volver a empezar, arrancaron. Sólo tenían una máquina de escribir que no funcionaba, una mesa para reuniones, y tres o cuatro sillas —según hicieron constar—. “Hasta entonces decíamos que la Asociación era un cenáculo, no por elitista, sino porque sólo servía para organizar cenas. Los dibujantes nos reuníamos una vez por año. Hacíamos una gran cena, era agradable estar todos juntos y cambiar impresiones, hacer bromas. Pero era todo lo que se hacía”, explicó el presidente en una entrevista informal que le realizó una nueva Comisión Directiva, ya vuelta la democracia. Las cenas, por supuesto, se mantuvieron. La primera de la nueva gestión fue el 19 de diciembre y asistieron unos setenta socios que despidieron el año “como la gente (como la gente que cata bien y acompañada), comiendo, bebiendo y hasta votando”, como se comentara en El Tablero N4. Se entregaron los premios de reconocimiento a Amadeo Dell’ Aqua y Pablo Pereyra, y los presentes eligieron a los acreedores de la Orden del lápiz de ese 1980.

 

Los ganadores

Humorista del año: Tabaré

Historietista del año: Horacio Altuna

Caricaturista del año: Andrés Cascioli

Trayectoria en humor: Quino

Trayectoria en historieta: Alberto Breccia

Revelación en humor: Miguel Repiso

Revelación en historieta: Gerardo Canelo

 

Las otras dos actividades que se sostuvieron a lo largo de muchos años fueron el “Salón de la Primavera” —donde un jurado elegía entre las obras que se presentaban para la ocasión— y el clásico “Salón Anual de Dibujantes” —que en 1982 homenajeó a Carlos Alonso (categoría plástica), a Quino (por humor) y a Hermenegildo Sábat (por caricatura)—.

Circular que informa sobre la nueva comisión directiva de ADA

Las bases

La flamante Comisión aprovechó el “III Encuentro del Humor y la Historieta” que se realizó en Lobos (abril de 1980) para darse a conocer. La nota que repartieron incluía un cupón para recuperar la suscripción de viejos socios y sumar nuevos.  Según testimonió Jorge Meijide –conocido como “Meiji” y a la sazón secretario–, “Solano era un capo asociando gente, estaba entusiasmado como un pibe y además a esa altura ya era un grande, ¿quién le iba a decir que no?”.

Entrada donada por Jorge Meijide

En la misma hoja enumeraron los objetivos que se proponía la gestión. El primero: “Acercar a ADA a los dibujantes consagrados, a los que ‘están llegando’; a los estudiantes de dibujo; a los guionistas de historietas y humoristas; a los plásticos; a los ilustradores periodísticos y letristas; a los armadores; a los diagramadores; y, de ser posible, a los de publicidad”.

Los socios eran, para entonces, 193. Al año siguiente ya habían pasado los 300, incluida la creación de algunas filiales autónomas en las provincias. La composición laboral de los integrantes fue otra de las preocupaciones recurrentes de la Asociación, tal como lo confirma una carta enviada por Luis Marino –quien se presenta como dibujante, fotógrafo asesor de Kapelusz y “apolítico”– en cuyo sobre Zoppi apuntó en letra manuscrita:  “Muy Importante”. La nota pedía que se convocara a los dibujantes de distintas disciplinas, “a toda esta inmensa legión que son los ilustres desconocidos, que actualmente en su mayoría trabajan en relación de dependencia, en horarios a veces inhumanos, con honorarios de simples empleados aportando incluso a cajas como la de empleados de comercio, que nada tienen que ver con su profesión”. Lo que se ponía en juego –y se sigue poniendo– en la definición de estos perfiles era la reivindicación o no de los dibujantes como trabajadores, hecho no siempre asumido por los propios interesados. Consecuencia de ello es también la caracterización, o no, de  ADA como una entidad gremial. El segundo objetivo era el asesoramiento legal. Para ello se estableció un consultorio jurídico gratuito a cargo de César Aníbal Mendieta. Además en cada número de El Tablero, el abogado Oscar Finkelberg explicaba alguno de los alcances de los derechos de autor. De hecho, ADA asumió esa defensa en un caso que resultó paradigmático. En 1981, en el Nº 216 de La semana y ud., la revista publicó trabajos de humor sin pedir autorización “en violación de expresas disposiciones de la Ley 11.723”. Mendieta entonces les envío la factura con el monto correspondiente a esas colaboraciones. La publicación debió pagarle a cada uno de los autores e incluir una aclaración en la edición posterior.

Otro de los casos en los que ADA intervino en favor de los dibujantes.
En lo institucional, el logro más relevante fue, sin dudas, la Resolución Nº 000183 con la que se obtuvo la personería jurídica: una existencia de hecho que pasaba a ser de derecho luego de 44 años y que se mantiene hasta hoy. “Piénsese en Sadaic o Argentores que, de asociaciones civiles con personería jurídica, devinieron en verdaderos entes fiscalizadores y recaudadores de sus respectivas actividades profesionales, para imaginarnos la potencialidad que se abre en esta nueva etapa de la ADA”, se esperanzaron en la Comisión aunque, hasta ahora, esto nunca ocurrió.
Notificación a los socios sobre la obtención de la personería jurídica.

Para entonces Solano López había sido sucedido en la vicepresidencia por Héctor Torino, en la segunda gestión de Zoppi al frente de la Asociación.

La protección de la salud del asociado y su familia fue el tercer objetivo de ADA. Aunque no se lograra un acuerdo formal con ninguna obra social —y luego de algún intento con la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires que no prosperó—, lo que se ofrecía eran algunos servicios con descuento en consultorios particulares de pediatría, odontología, óptica, kinesiología y orientación psicológica; o beneficios en comercios adheridos en otros rubros (librería, encuadernación, enmarcado) así como una bolsa de trabajo y un servicio de compra-venta en las páginas de El Tablero.

El cuarto objetivo consistió en volver a tener un local social. La primera sede que tuvo ADA –entre 1938 y 1940— fue en Belgrano  660, y luego se mudó a su oficina más recordada en el tercer piso del Pasaje Barolo donde estuvo hasta 1978. A partir de aquel año, luego de idas y vueltas, se quedó sin espacio donde funcionar. La Comisión Directiva de 1980 puntualizó en una de sus primeras comunicaciones (en el subsuelo del edificio de la Asociación Estímulo de Bellas Artes, en la avenida Córdoba al 700): “No tenemos local, ni teléfono, ni dinero. Sólo unos pocos muebles, una planilla desactualizada de socios y una oficina prestada por Dell´Acqua”.

“Queremos que conozca esta casa, su casa, la casa de todos los dibujantes”, invitaron unos meses después. Luego se instalaron en un espacio cedido por el gran Pablo Pereyra —en Florida 165 1º piso oficina 11— en la  Galería Güemes. En mayo de 1981, la Asociación se mudó a Lavalle 1362 (2º piso, 2º cuerpo oficina 18), hecho que festejaron con la proyección del documental “La resurrección de la historieta argentina”. El guionista Carlos Trillo lo había preparado para la muestra Internacional de Lucca, en Italia, el año anterior. Fueron tantas las personas que asistieron, que debieron pasarlo dos veces. Con fecha 3 de septiembre de 1982 figura un pedido al intendente de facto Guillermo Del Cioppo, de una nueva sede —que finalmente se consiguió por motus propio y sin su ayuda—, el 26 de mayo del año siguiente en la calle Muñiz 1012.

Recibo por arreglos en la cede de Muñiz, dentro de un cuaderno Gloria.

Tener un espacio fue siempre el talón de Aquiles institucional de ADA y pese a los festejos y la alegría –reflejadas en circulares y en la revista—, también lo fue para la gestión encabezada por Zoppi. Los alquileres se volvieron sucesivamente imposibles en un espacio donde los socios adeudaban cuotas y empezaban a ralear.

En quinto lugar, ADA se propuso la creación de una escuela de dibujo, otra de guionistas y también las otras especialidades. Si bien esas escuelas nunca llegaron a constituirse, ADA puso gran énfasis en los cursos de humor, de historieta y de técnicas de dibujo que el propio Zoppi ya había dictado. Los mismos estaban a cargo de Francisco Solano López, Carlos Albiac, Oswal, Cilencio, Miguel Rep, Alberto Caruso y Rómulo Sidañez, entre otros, y resultaron muy concurridos. Algunos participantes de los cursos fueron Pedro Penizzoto (Peni), Roberto Perinelli y María Alicia Guzmán (Petisuí).

El sexto objetivo fue la edición regular del El Tablero. Así, la revista fue el órgano de difusión de las actividades y las ideas de la Comisión; y sostuvo su regularidad bimensual hasta que la situación económica e institucional comenzó a complicarse.

Invitación a la proyección audiovisual de Trillo y la charla de Sasturain.

El séptimo acierto fue el siguiente: “Adherirnos inmediatamente al AIAC, entidad internacional con sede en Suiza, que brega por el reconocimiento internacional de los derechos de autor para nuestro sector”. En enero de 1981 Solano López —autodenominado “vicepresidente en el exilio” porque residía temporariamente en España—, ofició de delegado de ADA ante el organismo internacional. La nota en representación de la Asociación la leyó Hugo Pratt y fue recibida con nutridos aplausos, según contó el dibujante en una carta dirigida a Zoppi fechada el 20 de enero de 1981. Una anécdota con sabor amargo fue que mientras Solano estaba afuera, el estudio que tenía en su casa de Buenos Aires se incendió y perdió todos los originales. Bocetos, libros, revistas y materiales quedaron hechos cenizas, según refiere en otra de las esquelas.

El octavo y último gran logro fue la formación de una biblioteca de consulta profesional. La propuesta fue manifestada desde los primeros números de El Tablero. La biblioteca pudo concretarse con gran cantidad de materiales donados por los afiliados en el local de Lavalle. La misma contaba con un aula para clases –presidida por un mural de Alberto Breccia– una sala de reuniones, y el espacio para los libros que llevó el nombre de Alfredo Pranzetti, un activo y olvidado socio fundador de ADA.

En tiempos de la última dictadura militar, ADA tomó posición en dos cuestiones cruciales de aquellos años: La Guerra de Malvinas y la censura. Así, en 1982 envió a las editoriales una nota —firmada por más de 60 asociados—  en la que explicitaba: “Ante la grave situación que estamos viviendo, La Comisión Directiva de la Asociación de Dibujantes de Argentina, considerando que a cada habitante de su país, le corresponde hacer lo que debe en su propio ámbito por coadyuvar en la lucha en la que toda la Nación está empeñada, solicita a Ud. que tenga a bien considerar la posibilidad de suprimir de sus publicaciones todo material ilustrado cuyo contenido, directa o indirectamente, sirva a los intereses colonialistas del país agresor y de sus aliados”.

Al año siguiente la Comisión se reunió en sesión extraordinaria para hacer llegar su solidaridad “en este difícil momento por el que pasa la revista Humor, y la preocupación por esta nueva agresión a la libertad, y por lo que significa como achicamiento de las fuentes de trabajo”. Se refería al Nº 97 de la revista, de enero de 1983, secuestrado por la dictadura. Para entonces, la situación de ADA empezaba a complicarse. Según sintetiza Meiji: “la mejor época a nivel de cursos fue la de la sede de Florida compartida con el Indio Pereyra,  mientras que la de Lavalle resultó la de la “explosión cultural”, y en Muñiz –que  quedaba lejos del centro—, se hacía difícil sostener las clases. Los socios se iban y con ellos sus aportes. Todo entró en declive como ya había pasado otras veces. Nos derrotó la situación económica”.

 

De a fragmentos

El patrimonio del Archivo de la Biblioteca Nacional está constituido fundamentalmente a partir de donaciones. A veces llegan fondos completos de un autor, de una editorial o de una institución  y otras —como en el caso del derrotero de la ADA—, se reconstruye a partir de fragmentos: los papeles que había conservado Zoppi y también los que llegaron entre los materiales de León Poch, Jorge Meijide y Carlos Garaycochea. Aunque fragmentario e incompleto, el material permitió esbozar la estrategia de acción que la Asociación se dio a sí misma entre 1980 y 1983.

En el Día del Dibujante (efeméride instituida justamente por ADA) queda entonces abierta la invitación a quienes quieran sumar testimonios, recuerdos y documentación en este camino conjunto entre los dibujantes y un espacio estatal, al amparo del viejo Zoppi.

 

 

Cronograma de Actividades

1980 /

Invitaciones, catálogos, folletos y artículos permiten reconstruir la política de ADA relacionada con la difusión y reivindicación del dibujo y sus hacedores, para lo que se organizaron charlas, exposiciones y concursos.       

Entre ellos:

- Muestra de Humor e historieta en San Fernando (del 31 de agosto al 10 de septiembre)

- Homenaje a Oski poco después de su muerte, para el Día del Dibujante, y exposición de sus trabajos

- Concurso para la realización de una tarjeta de año nuevo de la Asociación, a cargo de Juan Zanotto, Rómulo Didañez y Enrqiue Meier, integrantes del jurado de una “reñidísima elección”.

Los trabajos ganadores: el primer premio para Peni y el segundo, para Rep

1981 /

- Primer Encuentro de Humor e Historieta Bienal de Quilmes, impulsado Oswal.

- Exposición dedicada a Calé.

- El homenaje a John Lennon,  a un año de su asesinato.

- “Las individuales de ADA”, un ciclo que se inició con una muestra de Jorge Limura. (agosto)

- Ciclo de charlas con profesionales que comenzaron con Horacio Altuna (el 5 de junio) y Caloi (al mes siguiente).

1982 /

- Las charlas continuaron con Eduardo Ferro, Lino Palacio —uno de los fundadores de la Asociación— y Carlos Garaycochea —presidente de ADA en los años 70—. Las frases más salientes de esas reuniones fueron rescatadas en el Nº 7 del órgano institucional.

Jorge Meijide, Eugenio Zoppi, Carlos Garaycochea, Lino Palacio y Marino Santa María en la entrega de los premios al concurso infantil.

 

(*) Judith Gociol es Coordinadora del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional (https://www.bn.gov.ar/biblioteca/centros/historieta)

Judith Gociol
es Coordinadora del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional (https://www.bn.gov.ar/biblioteca/centros/historieta)